Desde hace más de cinco años, colaboro en el proyecto de voluntariado de danza oriental terapéutica con la asociación cordobesa de fibromialgia ACOFI de nuestra ciudad, para mujeres que padecen de esta enfermedad. A lo largo de todos estos años, cada lunes imparto mis clases de danza, tratando de transmitirles a mis alumnas entusiasmo, cariño, alegría y muchas ganas de seguir adelante en su lucha. He conocido gente maravillosa de la cual he aprendido muchas cosas y sigo aprendiendo, sobre todo el gran ejemplo de valentía que muestran sus vidas en el día a día.
En mis clases, observo como sus cuerpos hablan del dolor que guardan. Ellas callan, pero sus cuerpos no, y se van abriendo a la belleza que regala la danza oriental poco a poco. Con extraña timidez, dibujan cada una en el espacio, sus propios movimientos creativos. La danza oriental, sirve como terapia fantástica para ayudarles a expresar sus emociones, a conectar con la alegría interior de estar vivas, con el aumento de autoestima, con la empatía y la comunicación con las demás personas, y con la armonía que cada una es capaz de sacar hacia afuera, generando un buen ambiente de acogida.
Sin duda el arte, no sólo ofrece una función educativa, sino también curativa, al poder experimentar la transformación que ofrece, y los cambios que produce. El contacto con la música bien seleccionada, la estética del vestuario y los complementos, la coordinación de las diferentes partes del cuerpo, la preparación, los estiramientos y la higiene postural, el seguimiento y memorización de las diferentes secuencias coreográficas, los ejercicios de relajación y la respiración consciente, todo ello ayuda a equilibrar la parte física, emocional y mental de las alumnas.
En concreto, la danza oriental tiene muchos beneficios para la fibromialgia, siendo algunos de ellos:
- Ayuda a tener conciencia de lo horizontal y lo vertical, de la tierra y del cielo, del enraizamiento y de la elevación. Alinea el cuerpo sobre su propio eje, mejorando en los trastornos del equilibrio.
- Ayuda a mejorar la flexibilidad de las articulaciones, disminuyendo su rigidez, en los movimientos ondulantes de brazos y manos y giratorios del cuello, y de desplazamiento, fortalecimiento y circulares de los pies.
- Nutre el sistema nervioso de la columna vertebral, sobre todo en los movimientos serpenteantes como el “camello”, liberando tensiones de la espalda, y desarrollando su musculatura.
- Ofrece beneficios muy saludables en torno a la pelvis de la mujer, el hueso sacro y sus diferentes órganos internos, mediante movimientos circulares y llenos de energía, tipo “vuelta africana”, “ochos” , “basculación hacia adelante y hacia atrás” y vibración, fortaleciendo la musculatura, y ayudando en los trastornos como el estreñimiento, alteraciones de la menstruación, incontinencia urinaria, menopausia y temperatura del cuerpo.
- Mejora la conciencia en la respiración, escuchando el lenguaje del cuerpo. La respiración ayuda a oxigenar los tejidos y aumenta la función pulmonar, sintiendo que se dispone de más capacidad para el movimiento.
- Fortalece los huesos y la musculatura de las caderas, en movimientos como el “baladí”, “balanceo”, y “cadera arriba-abajo”.
- Disminuye la fatiga haciendo movimientos suaves y circulares de la cintura.
- Disminuye la ansiedad y los estados anímicos bajos, gracias a la expresividad musical.
- Aumenta la estima personal y las ganas de reír, gracias a la estética del vestuario, la utilización de los complementos y la vivencia grupal de comunicación humana.
- Aumenta la memoria al desarrollar las secuencias coreográficas.
- Ofrece estados de tranquilidad interior, al realizar ejercicios de relajación y respiración consciente.
Cada vez son más los estudios científicos que investigan, sobre las conexiones que existen entre el movimiento, la danza y la salud. Muchos estudios muestran datos interesantes y medibles en el campo de la psicoterapia o de la neurociencia, defendiendo la mejora de la salud en diferentes enfermedades como el parkinson, la depresión y la fibromialgia por citar algunas. Sin duda, queda mucho por descubrir todavía, en los próximos estudios de investigación que vayan surgiendo.
Es alentador comprobar, que muchos antiguos filósofos y sabios de otras culturas, utilizaban las “artes” para mejorar y curar enfermedades. Arte y Medicina siempre estuvieron unidas, y conceptos que ahora nos suenan como danzaterapia, arteterapia ó musicoterapia, fueron más que conocidos por estas culturas antiquísimas. No descubrimos nada nuevo, sólo lo volvemos a re-descubrir con gran asombro. Quizás ahora hallamos perdido los elementos verdaderos que unen el arte y la medicina, pero lo que sí es cierto, es que la danza oriental tiene un origen muy antiguo y ancestral, relacionado con la ritualidad de la vida y de la mujer. Nos habla de los ciclos de la vida y de la muerte, de los cambios, de los renacimientos, de las transformaciones y de los círculos que transita la vida. No es sólo una danza estética, sensual y comercial, como ahora parece que nos quieren dar a entender, no es algo vacío que sirve para entretener al hombre, tiene un arraigo profundo con el mensaje y el mundo que aún tiene que seguir creando la mujer: armónico y saludable. Y para ello, las mujeres necesitan estar sanas en todas sus expresiones, conectando con la fuente de su esencia femenina, sin complejos de ser ellas mismas.
La danza oriental es sin duda, totalmente terapéutica y saludable.
Gloria Godoy
Coordinadora asociación Tristán en Córdoba
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