Por Manuel J. Ruíz
El medio ambiente y su protección no eran prioridades en 1948. No se tenía conocimiento (ni por supuesto conciencia) del impacto ambiental al que se llegaría con el modelo de crecimiento insostenible que ha cimentado la sociedad actual. Además, el mundo había salido de la peor contienda en la historia de la Humanidad, y las necesidades inmediatas eran otras.
La relación entre la protección de la Naturaleza y la implantación de los derechos humanos es recíproca. No es posible el primer término sin el segundo, y viceversa.
Aunque la protección del medio ambiente no se trata de manera directa en los treinta artículos que componen la Declaración Universal de los Derechos Humanos, esta preservación de la Naturaleza se deduce del espíritu de la misma.
Efectivamente, cuando se salvaguardan los derechos humanos recogidos en la Declaración Universal, una de las consecuencias más inmediatas es la protección del medio ambiente, porque no es compatible un modelo de crecimiento insostenible con el desarrollo de una sociedad basada en el respeto y promoción de los derechos humanos.
El derecho a la educación integral, a una vida digna, a un trabajo digno, a la cultura y al desarrollo de las facultades humanas, todos estos derechos que garantizan el pleno efecto de la condición humana, no pueden darse si no se respeta el medio ambiente en todos sus aspectos: procesos naturales, biodiversidad, uso sostenible de los recursos. No hay plenitud de los derechos humanos si la Naturaleza acaba degradándose y exterminándose. No puede haber justicia social si los recursos naturales son explotados de manera insostenible.
Por otro lado, la implantación de los derechos humanos reflejados en la Declaración Universal, tiene como efecto un mayor respeto a la Naturaleza. Cuando la sociedad y la legislación recogen la sensibilidad de los derechos humanos hacia «el otro», es más fácil extrapolar esa sensibilidad hacia la Naturaleza, adoptando usos y normas más respetuosas con el medio ambiente, porque se comprende que el futuro de cualquier Estado va ligado al respeto a la dignidad humana y al medio ambiente.
Desde el Grupo de Ecología Activa estamos convencidos que para conseguir mayores cuotas de protección ambiental, es imprescindible apoyar de manera decidida, la implantación y desarrollo de los derechos humanos. Todo el mundo debería conocer la Declaración Universal de los Derechos Humanos, si queremos promover un natural respeto a la Naturaleza. Sin fanatismos y sin medias tintas.
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